Los recientes datos sobre empleo entregados por el gobierno, que arrojan un
aumento del desempleo para el trimestre enero-marzo de 2020, ponen una
importante señal de alarma. Según cifras del INE, de una fuerza de trabajo a
nivel nacional de 9.744.230 personas, se registra una desocupación del 8,2%.
Siendo más fuerte aún el desempleo para las mujeres, que registran un 9,7%
versus un 7,1% de los hombres. De acuerdo a las cifras oficiales, en el país
existirían 801.800 desocupados. Considerando asimismo, 2.580.640 personas
registradas como “Ocupados informales”, vale decir se consideran con ocupación,
pero se trata de actividades esporádicas y sin cobertura previsional.
En la región de Magallanes, las cifras no fueron alentadoras, aunque sigue
siendo una tasa que no llega a la mitad de la nacional, nuestra región en el primer trimestre del año fue un 4,7% de desocupación, correspondiendo los desocupados a 4,500 personas.
Cabe señalar que tanto para el nivel nacional, como para el nivel local, el
impacto de la pandemia del Covid19, no alcanza a ser reflejado íntegramente por
esta encuesta de empleo. Se espera que en la siguiente entrega, se vea
reflejado, con un aumento considerable de los desocupados. El banco Central ha
estimado que la tasa de desocupación puede llegar a los dos dígitos, producto
del cierre de empresas, y de los efectos de las medidas de restricción
dispuestas por la autoridad.
A nivel internacional, cifras récord de desocupados se han registrado en
Estados Unidos, superando los registros de la crisis subprime de 2008, acercándose
al impacto de la crisis de 1929.
En todo el mundo, los gobiernos, las organizaciones civiles, las empresas,
los organismos internacionales, debaten hoy, acerca de este desafío. Cómo
lograremos recuperar gradualmente el ritmo de la economía, sin descuidar las máximas
medidas sanitarias de cuidado. Se ha hablado de una “nueva normalidad”, frase
que ha sido replicada en Chile, sin mucho éxito comunicacional. Convengamos en
que la crisis sanitaria, social y económica, nos sorprende en medio de una
crisis política de proporciones. Y en momentos en que la lógica y la
racionalidad indican que hay que tener un solo mando, una sola coordinación de
acciones, las pasiones y odiosidades, han reaparecido.
Buscando otras voces, que puedan aportar a que encontremos nuestros propios
caminos. Leo que el World Economic Forum, sostiene que la crisis de la
pandemia, afectará a los países, en mayor o menor medida, dependiendo de sus
condiciones demográficas. En grandes
potencias económicas, como Alemania y Japón, se aprecia poblaciones
envejeciendo rápidamente, lo que contrasta con regiones menos desarrolladas, o
en vías de desarrollo como Medio Oriente y el África subsahariana, que tienen
una población mayoritariamente joven.
La mayor o menor facilidad que tendremos como país, para enfrentar el
flagelo de la crisis económica y la desocupación, deberá considerar como está
constituida nuestra fuerza de trabajo. Si en Alemania el año 2017 la población
mayor de 65 años, representaba el 21% de la población, en Chile representa en 12%.
Si ampliamos el rango, tenemos que en Chile la población con 25 años o más,
representa el 65,39% de la población total. Y si consideramos los rangos de
población con mayor edad, tenemos que el 22,45% de las personas tiene 55 o más
años.
Chile tiene un sistema de pensiones, que no es ni universal ni solidario, y
que impide a las personas subsistir solo con la pensión o jubilación. Eso lleva
a que la fuerza de trabajo esté y va a seguir estando integrada
mayoritariamente por personas de los tramos de mayor edad. Eso nos lleva a la necesidad de asegurar una
formación continua de la fuerza de trabajo. Lo que en países desarrollados se
ha resuelto con incorporación de mayor tecnología, IA, y robótica, como en
Japón. O con programas de inmigración para suplir los empleos faltantes, como
ha ocurrido con Alemania.
Contar con una fuerza de trabajo calificada, implica proporcionar a las
personas herramientas para que adquieran las competencias necesarias. Estas
competencias, son las más pertinentes o adecuadas para desarrollar las
ocupaciones que nuestra economía demanda. No sólo se incluye aquí aquellas
competencias propias de las funciones técnicas, sino las de un amplio espectro
de ocupaciones, requeridas para producir el desarrollo económico, social y
personal.
Requerimos con urgencia en Chile, que se fortalezca el sistema de formación
continua, de los trabajadores. Que la educación y formación para el trabajo
continúe a lo largo de toda la vida laboral, garantizará siempre contar con el
personal calificado que las empresas necesitan. Asimismo, se rescata el valor
de los trabajadores con experiencia, que logran adaptarse a los cambios
producidos en su ciclo laboral.
Incorporar a Chile a la cuarta revolución industrial, requiere hacerse
cargo de las brechas existentes en la fuerza de trabajo. Según cita el World
Economic Forum, un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la
Educación, ciencias y cultura, ha establecido “Brindar aprendizaje flexible de nuevas habilidades o ayudar a los
empleados a adquirir nuevas habilidades serán un método clave para mitigar el
desempleo, el acceso desigual a recursos y la inactividad. Un entorno de
formación dinámico tiene el potencial de proporcionar profesiones plenamente
enriquecedoras para los trabajadores y de fomentar la cohesión social”.
Se estima que al menos un 84% del talento de personas menores de 25 años,
en el mundo, se logra optimizar a través de la educación. En tanto, cuando se
trata de personas que tienen más de 25 años, ese porcentaje baja al 45%.
La tensión a la que está sometido el aparato productivo, va a producir que
en algunos casos, se anticipen decisiones de inversión, para introducir
tecnología, que sustituya en parte tareas desarrolladas hasta ahora sólo por
personas. En otros casos, las decisiones van a llevar al cambio de giro de las
empresas, y a la adaptación a un nuevo tipo de sociedad. En otros casos las
empresas no se van a lograr adaptar a las nuevas circunstancias y a los nuevos
desafíos. En la economía post Covid19, los trabajadores que queden desocupados,
deberán recibir, herramientas pertinentes a las nuevas competencias requeridas.
La necesidad es madre de la ciencia. Un tedioso viaje de 4 horas en tren,
para poder visitar a su novia, fue el
motivante para que Eric Yuan llegará
años después a crear la aplicación Zoom de vídeo llamadas. A raíz de la
pandemia, se transformó en la plataforma usada por cientos de millones de
personas en todo el mundo. E hizo a Eric Yuan uno de los hombres más ricos del
mundo.
Soy un convencido, que el desafío al que estamos sometidos como país, nos
va a fortalecer, nos va a permitir encontrar nuestro camino común, para
construir una sociedad donde la prosperidad se comparta con justicia.
Ernesto Sepúlveda Tornero
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