Las últimas cifras entregadas por el INE, sobre desempleo, son demoledoras. A nivel nacional 13,1 %, pero si se suman los contratos suspendidos que son más de 700 mil, y las personas que por motivos de la cuarentena no han podido salir a buscar trabajo, se llega a la escalofriante cifra de 30,1% según cálculos que realiza el mismo INE. En fácil esto significa que cuatro de cada 10 trabajadores chilenos se encuentran sin empleo. Situación que nos hace retroceder a los peores años de la crisis de 1982, incluso algunos economistas, señalan que habría que remontarse a la crisis del año 30’, para dimensionar esta calamidad laboral. La propia ministra Zaldívar, la ministra del Trabajo, reconoce que es una crisis de proporciones.
A
nivel regional, las cifras hablan por sí solas, en Magallanes, tierra bendecida
hace más de una década con bajísimas cifras de desempleo, ahora ve duplicarse
la tasa que se tenía a igual trimestre el año 2019. Con un 8,4% de desempleo, las autoridades no
pueden quedarse tranquilas, culpando a la estacionalidad, o prometiendo que,
con la temporada de turismo, estas mejorarán.
En Magallanes, tenemos una situación
sanitaria, que nos impide entrar nuevamente en el desconfinamiento. Es una circunstancia objetiva, el número de
contagios por día no ha bajado de 100, estando en cuarentena. Cómo se logra la
baja de estas cifras, los especialistas han dicho hasta el cansancio, con
prevención, con detección a través de los test PCR, cuando corresponde, y con
trazabilidad y aislamiento.
En
medio, de esta realidad en Magallanes, donde todos hacemos el mejor esfuerzo
por colaborar, la línea aérea de posición dominante, anuncia que aumentará el
número de vuelos diarios a la región. En circunstancias normales, eso debiera
alegrarnos, pero en las circunstancias actuales, es un insulto. Como mínimo
debiera exigirse exhibir test PCR resultado negativo para viajar a Magallanes.
Es lo que mínimo a exigir para reducir el riesgo de que viajen personas
contagiadas.
Otra
cosa muy distinta es lo que pasa dentro de la región. Los trabajadores del
sector construcción, cuentan con un protocolo adoptado por las empresas, que
van mas allá de lo que la autoridad les exige. Se realiza periódicamente los
test PCR al personal, se asegura el transporte en medios especiales, para
evitar el contacto con la población general. Y se traslada a los trabajadores
directamente a los lugares de alojamiento y de ahí a las faenas. Otro tanto, ha
hecho el sector acuícola, implementando incluso chárter aéreo, para que sus
trabajadores puedan arribar a la región sin contacto con nadie. También en este
sector se realiza test PCR, y sólo se permite viajar a los test negativos.
Estos
dos casos, no son los únicos, se ha dado el mismo interés, en el ámbito de
transporte marítimo, demostrando real preocupación por los trabajadores. De las empresas pertenecientes a las áreas
esenciales de la economía, existe un gran número que se encuentran autorizadas
a trabajar durante la cuarentena. Pero no todas lo hacen. Aparentemente los
criterios administrativos son dispares, en la interpretación, y cuando es así,
se opta por restringir a quienes están habilitados legalmente para trabajar.
El
camino del confinamiento total, y de la cuarentena permanente, no asegura de
por sí, las cifras de contagios. El caso de nuestros hermanos argentinos, con
una de las cuarentenas mas largas, que se conozcan, así lo demuestra.
Se
requiere con urgencia, que los distintos sectores productivos y sociales sean
convocados, para definir un protocolo general, para la prevención y reducción
de contagios, y para la reactivación del empleo. Recuperar mejores cifras
sanitarias, está directamente relacionado, con una mayor participación, de los
actores económicos y sociales, en la definición de unas reglas de conducta,
socialmente aceptadas, difundidas, y cumplidas con rigor.
Mientras
se siga enfrentando esta grave crisis sanitaria, y angustiante crisis
económica, sin considerar las consecuencias sociales de las decisiones, no
mejorará ni la condición sanitaria, ni mucho menos la condición de la economía.
El
empleo asalariado del sector privado, y el sector informal, son los que han
sido golpeados por las restricciones de funcionamiento, por las prohibiciones
sin fin. Son estos sectores los que emplearán, a parte importante de ese 8,4%
de desempleo que tenemos en Magallanes, si no es demasiado tarde para echar a
andar de nuevo los talleres, los comercios, los restaurantes.
Se requiere una mirada amplia, que sepa
aunar voluntades, y encontrar una fórmula que nos permita en Magallanes,
retomar el impulso económico, con plena garantía de prevención sanitaria.
Ernesto Sepúlveda Tornero