Esta
semana, en una seguidilla de declaraciones, líderes históricos del socialismo
chileno, criticaron fuertemente a la cúpula del Partido comunista, y a su
candidato presidencial. Discusiones que convengamos, no les importan mucho a los
ciudadanos comunes y silvestres. Aun así, la discusión ha ido escalando. La
crítica, ha sido contundente, por el veto que impidió a la oposición, concurrir
unida, a una única primaria presidencial. Eso impedirá concurrir a primera vuelta
a toda la oposición con un único candidato, con el evidente alborozo y cuentas
alegres en la derecha. El aspecto
central, de lo que se comienza a discutir, entre líneas, es el proyecto político,
el modelo de sociedad al que aspiran los candidatos. Y ese tema, sí que nos
concierne y nos interesa a todos. Es una discusión donde los partidos que
proponen candidatos presidenciales, deben hacer de cara a la sociedad.
En este plano,
existen verdades que son evidentes, pero no por evidentes, son conocidas por
todos. El valor de la libertad, el respeto a los DDHH, la diversidad como característica
esencial, del sistema democrático, son valores característicos de la formación
de los socialistas chilenos. Y fueron valores que el presidente Allende, los
tuvo clarísimos, en su vía chilena al socialismo. En cambio, el partido
comunista chileno, pese a la caída del muro, y a la disolución de la Unión
Soviética, sigue reivindicando el modelo de sociedad que allá se impuso. Como
lo advertía, el histórico dirigente del PS Camilo Escalona, la subordinación del
partido comunista fue absoluta a los designios de Moscú. Y como él, existieron otros partidos, e
incluso gobiernos títeres, a la cabeza de los “socialismos reales”. Regímenes
de partido único, donde se persiguió cruelmente a la disidencia. Se envió a
campos de trabajo o Gulags, a los disidentes. Mientras en Europa, el partido
comunista italiano, el más poderoso del mundo occidental, hacía su proceso de
discusión crítica, y su refundación, como un partido que se propuso competir en
el sistema democrático. En Chile, el partido homónimo, siguió aferrado a las
mismas tácticas y estrategias de la guerra fría. Jamás esbozó una autocrítica por haber avalado
regímenes autocráticos y sanguinarios, así como hoy calla las violaciones a los
DDHH en Venezuela.
Es
por lo anterior, que los planteamientos de altos dirigentes socialistas, defendiendo
la identidad del socialismo chileno, libertario y democrático, no ha podido ni
podrá ser contrastado por el centenario partido comunista. Simple y
sencillamente, porque poner en discusión esta materia, los llevaría a la
fragmentación. Lamentablemente, quienes proponen al popular alcalde como
presidente, siguen operando bajo la premisa del control absoluto por parte de
la cúpula. La ausencia de discusión, de libre deliberación, impide a ese
partido y a su candidato, hablar con honestidad al país.
Estamos
próximos a la realización de una mini primaria, entre los dos varones candidatos
del polo mas extremo de la izquierda chilena. Con mas interrogantes que
certidumbres, los electores convocados, tendrán que optar entre el discurso
sesentero del candidato comunista, y el discurso menos agresivo, pero con menos
llegada popular, del joven candidato del FA. Una contienda desigual, nuestro magallánico
Gabriel Boric, enfrenta a una aceitada maquinaria, que opera en todas las comunas
del país. Mas que a una militancia, Gabriel, se enfrenta a una nueva fe pagana.
Decenas de miles de personas repitiendo, sin pausa, las máximas y dictámenes,
del mando supremo. Sería irrisorio, si
no fuese dramático. Los mismos que hace no mucho, pactaron con la centro
izquierda, y se beneficiaron con cuotas de poder, cargos parlamentarios, cargos
ministeriales, y demases; hoy se alzan como catones marxistas de la moral.
Reparten a un lado vetos, y al otro, autorizaciones, y certificados de “No
neoliberal”. En ausencia de toda discusión o deliberación democrática,
paulatinamente el PC de Chile, deja de ser un partido, para convertirse en una derivación
farisaica, de lo que otros hombres y mujeres, pensaron y concibieron para la
sociedad de hace un siglo.
Esperando que se abra un proceso de debate libre y democrático en el
seno del partido centenario de la izquierda de Chile, para que sus propuestas
compitan con honestidad y transparencia, para gobernar una sociedad libre y
diversa.
Ernesto Sepúlveda Tornero