A propósito de la comedia de enredos que protagonizaron dos de las promisorias figuras de la oposición, los comentaristas, opinólogos y periodistas a sueldo de la derecha, han aprovechado de festinar sin tapujos. Es que la oportunidad era demasiado buena para perderla, y los mismos que estaban llamados a suceder a los viejos carcamales de los partidos PS y PPD, se vieron envueltos en una voragine generada por sus propias palabras, y vanidad desmedida . Sobre exposición mediante, los ahora devenidos en "rostros" televisivos, vieron naufragar su intento por alzarse con la conducción partidaria, y de paso dejaron en incómoda posición a sus patrocinantes o padrinos políticos, que aunque parezca increíble eran los mismos viejos tercios que desde la década del 60 han jugado roles de alguna importancia en la política chilena. Sí aunque Usted no lo crea, a estas promisorias y casi lozanas figuras, las sostenía una red de peces gordos, llamados por algunos "varones", y que en jerga política, refiere a quienes detentaron el poder durante los 20 años de la Concertación. Osea, quienes han sido repudiados como responsables de la derrota electoral, por sus añejas prácticas clientelares, son los mismos que promueven a quienes los reemplazarán. Un "gatopardismo" a todo ritmo, y sin ningún escrúpulo.
Pero, como las cosas nunca o casi nunca suceden como se planean, lo que no estaba en los cálculos de los viejos gerontes PS-PPD, era el factor emocional, no por nada perdieron, carecen en absoluto de la llamada inteligencia emocional, y así como no trepidaron en intervenir y de algún modo manipular al matrimonio de líderes políticos, para que fungieran de conductores de la "renovación generacional", tampoco se interesaron mucho cuando la joven pareja, como obvio resultado, terminó abruptamente su relación, bajo la atenta mirada de los medios derechistas.
Déjeme que me ría, al recordar los encendidos discursos destacando la necesidad de renovación, y de cambiar los "rostros", si es así como pretende hacerlo la "gerontocracia" concertacionista, el resultado será obvio, y veremos resucitar a jóvenes como ese ingenuo y tierno Andrés Zaldívar, recientemente asumido como Senador de la República.
Pero la culpa no es del chancho. Las nuevas generaciones de la concertación, han sido demasiado obsecuentes con una cierta forma de hacer las cosas, que ahora todos critican, pero en su minuto permitió a estos mismos "jóvenes rostros" asumir como diputados o senadores, o ministros de estado, sin concursos ni sorteos. Ahora que corresponde asumir las responsabilidades, todos se hacen los lesos, y de pronto por arte de birbiloque se pretende encontrar una nueva conducción, pero manteniendo todo como antes. Porque los gerontes ya nos han notificado que estarán "acompañando" en todo momento el proceso.
En resumen, mucho ruido y pocas nueces en la renovación de liderazgos en la concerta.
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