CRECER CON IGUALDAD
En tiempos de campaña presidencial,
arrecian en Chile, los “ofertones electorales”, la promesa fácil en la búsqueda
de la esquiva y cada vez más desconocida preferencia popular. Cuesta encontrar
el propósito, la justificación, el fin último de los candidatos. Sus programas
de gobierno, o el esbozo de ellos, que
se difunden con algún grado de opacidad en las páginas web de los candidatos, no
indican con claridad cuál es el “relato”, cual el sueño de país con el que se
pretende conquistar al electorado.
Convengamos
en que todas las candidaturas, cual más cual menos, se han preocupado de
instalar cuñas o frases con los que pretenden ganar la “recordación”, ósea
quedar en la memoria, o al menos en la retina, de los ciudadanos.
Lo que se
echa de menos, es no solo unas declaraciones relativas a la importancia del
crecimiento económico, que a estas alturas es una perogrullada que no
diferencia a unos de otros, sino una declaración que recubra de sentido a lo
anterior. Me explico, para el mundo progresista, para la izquierda y centro
izquierda, el crecimiento económico no es un fin en sí mismo, es un medio, a
través del cual se pueden corregir las inequidades propias del sistema
económico capitalista. Tarea nada sencilla, y que se pretende alcanzar a través
de medidas como garantía de derechos sociales, ampliación de acceso a
mecanismos de negociación colectiva, reformas impositivas tendientes a
reducir el desequilibrio en la distribución
de ingresos. De lo anterior, se explica que
la lucha contra la desigualdad, fuera la idea fundante del programa de
gobierno de la Nueva Mayoría, y de la Presidenta Bachelet aprobado por el 62 %
de los electores en segunda vuelta del 2013.
La derecha
chilena, como hizo antaño, recurre a las viejas recetas del “Consenso de
Washington”, ofrecer aumentar el crecimiento económico, en base a reducciones
severas del gasto público, rebajas impositivas, desregulación laboral,
reducción del aparato del estado y del rol que juega en la economía como
fiscalizador o como regulador. No es casual que varios de sus economistas
favoritos, releven las “notables” cifras de crecimiento del período 1984 a
1989. Sin mencionar siquiera que Chile estaba en plena dictadura, sin libertad
sindical ni negociación colectiva, sin fiscalización y con el control férreo de
los medios de comunicación.
En este
sentido, es notable la columna de Patricia Pollitzer en el diario electrónico
“El Mostrador”, del mes de octubre del presente año, donde hace un parangón
entre el gobierno del derechista Piñera, y el gobierno de centro izquierda de
Michelle Bachelet. En resumen, demuestra con cifras que un gobierno con enfoque
progresista, y que tendrá un crecimiento promedio en torno al 2,0 % en su período
de 4 años, ha avanzado en todas las
áreas mucho más que un gobierno de derecha, que tuvo un crecimiento promedio
del 3,5 %. En otras palabras, no da lo mismo cualquier crecimiento, si no llega
a las grandes mayorías del país en la forma de derechos sociales, y mayores
garantías de los mismos.
El 19 de
noviembre, decidiremos nuevamente los destinos de nuestro país, a través de la
elección de Presidente de la república, un nuevo parlamento (por primera vez
sin binomial), y consejeros regionales. El mensaje que da sentido a las
campañas, y que fue instalado por el candidato de la derecha, el 2014 cuando
dejó La Moneda, es si se continúa en la senda de garantizar derechos sociales
en educación, en salud, y en trabajo, como lo ha hecho el gobierno de Michelle
Bachelet, o si retomamos la senda de la restauración conservadora que encarna
el representante de los grupos económicos y del gran capital.
El programa
de los sectores que se han opuesto tenazmente al gobierno de la Presidenta
Bachelet, comprende medidas que ya se están implementando, anuncio de obras ya
adjudicadas o por adjudicar, y la clásica fórmula de reducción del estado, y
flexibilizar normas regulatorias.
Los
programas de candidatos de la centro izquierda, ofrecen en lo sustantivo, la
continuación de la agenda de transformaciones sociales desarrollada en estos
cuatro años, y profundizar reformas tan fundamentales como la educacional,
donde se espera en el próximo período llegar a un 70% en la gratuidad en
educación superior. Se incluyen medidas para desencadenar nuevas fuerzas
productivas, la llamada nueva economía basada en el desarrollo de energías
renovables, de la mano de las nuevas tecnologías, la entrada de Chile en la
cuarta revolución industrial, la era digital.
Se trata en noviembre
de decidir entre dos visiones de la vida, de la sociedad, de la forma en
debemos relacionarnos en comunidad. Estas opciones se diferencian radicalmente,
en cuanto el rol y la importancia que se la atribuye al factor trabajo en la
economía; al rol que se reconoce a la mujer, y cómo se garantiza avances en
equidad de género; en cuanto a la profundización de la democracia, con la
continuación del proceso constituyente para una nueva constitución. A la base
está la concepción que tenemos del ciudadano, sea como titular de derechos
sociales, que el estado y la constitución deben garantizar; o un enfoque
centrado en la libertad que tendría cada
individuo, para elegir entre distintos bienes de consumo que se transan en el
mercado.
A medida que
el día de la elección se acerque, el número y variedad de “ofertones”
electorales va ir in crecendo, los ciudadanos van a tener que discernir lo
verdadero de lo que no lo es. Las listas “de supermercado” electorales, inducen
muchas veces a error, es difícil recordar los proyectos y obras ya ejecutadas,
de las que no lo están. En eso se ha abusado y se seguirá abusando de forma
majadera, por el candidato de la derecha, que ha iniciado una escalada
“trumpiana”, hacia la posverdad. Atribuirse los logros del actual gobierno, y
omitir los errores garrafales, problemas de gestión, e irregularidades de su propio período.
Las personas
que se identifican con las ideas progresistas, que adscriben a la izquierda y
centro izquierda, deberán decidir quién continuará la lucha contra la
desigualdad, avanzando hacia mayores estadios de progreso que lleguen a las
grandes mayorías. El 19 de noviembre será una especie de primaria, donde se
decidirá quien enfrentará en segunda vuelta al candidato del gran capital, de
las AFP e Isapres. De esta decisión depende si el país continúa en la
construcción de un Chile que busque el desarrollo con equidad.
Después de 17 años, el lema de campaña del Presidente Lagos,
“Crecer con igualdad”; está más vivo, y es más necesario que nunca.