Amigos y amigas.
La semana que pasó, se va a recordar por mucho tiempo.
A instancias de la joven activista sueca Greta Thunberg, multitud de personas se
lanzó a las calles en todo el mundo, exigiendo de los gobiernos mayor acción
por el cambio climático.
Cálculos preliminares estiman en unas 7 millones de
personas, que se unieron en una sola voz, en defensa del medio ambiente, y del
futuro del planeta.
En varios países, se pudo apreciar respuestas
iracundas de grandes empresarios, y también de algunos políticos. Se dijo de
todo de la joven Greta, que era un títere en manos de unos padres
inescrupulosos, que lucraban con esto. De que era un instrumento de quienes
están en contra del desarrollo económico. Hasta se la insultó aludiendo a su
estado de salud.
Disparar contra el mensajero, ha sido a lo largo de la
historia el recurso de los poderosos, cuando no se tiene mas argumento que la
fuerza. Se rechaza no sólo el contenido del mensaje, sino también a los
remitentes.
No cabe duda, que estamos en un momento trascendente
de nuestra historia. Información científica verificable, con datos recopilados
de fuentes fiables, dan cuenta del aumento de la temperatura global. Se estima
que a este ritmo de aumento, dispondríamos de 12 años aproximadamente, para
lograr revertir este fenómeno. Si eso no ocurre, el aumento de la temperatura
del planeta, agudizaría la sequía, la
intensidad de los huracanes, provocaría la inundación de grandes urbes costeras,
e islas por todo el planeta.
Gracias al movimiento global de las personas por el
cuidado del planeta. y a la gran cantidad de evidencia científica existente. Los
gobiernos y las grandes corporaciones están adoptando acuerdos, para reducir la
emisión de los gases de efecto invernadero. Fijando metas para llegar a ser “carbono
neutrales” en 2040.
Amazon, Google y otros gigantes han asumido
compromisos concretos y medibles. Desafiando a las grandes empresas, a asumir
un compromiso activo con el cuidado del planeta. Desde el corazón del
capitalismo, surgen voces que llaman a buscar maximizar as utilidades. Pero
esta vez, con cuidado del medio ambiente, con el respeto de las comunidades y de
sus trabajadores.
Si bien es cierto, las potencias industriales son las
responsables del 80% de las emisiones de CO2, los países en vías de desarrollo
y los países pobres por vivir en el mismo planeta, sufren los efectos del
cambio climático. En estos países el cambio climático ya es una realidad que
golpea fuerte. Sequías que se prolongan por décadas, provocan la muerte de
animales de pastoreo, la desaparición de la agricultura a pequeña escala. Con
la consiguiente destrucción de la vida rural, la migración forzosa de personas
por razones del clima.
En Chile, la
ciudadanía poco a poco, va tomando consciencia de la gravedad de la situación.
Estamos llegando a un punto, en que los temas instalados como tabú, en la
larguísima transición a la democracia, empiezan a revisarse y a discutirse. La propiedad del agua, es uno de ellos.
Imágenes de grandes estanques de acopio, llenos de agua, para regar inmensas
plantaciones de Palto. Cerros y cerros, antes cubiertos de espinos y cactáceas,
ahora pintados de verde del monocultivo de exportación. A la inversa, los
valles, antes verdes y florecientes. Ahora yermos, polvorientos, plagados de
huesos de animales muertos en la sequedad.
Como en tantas otras cosas, en Chile nos acostumbramos
durante 30 años a “comulgar con ruedas de carreta”. Los consensos de la
transición, con los mandamases de la dictadura nos penan hasta ahora. Algo que
en los países desarrollados, sería inaceptable, acá es indiscutible, propiedad
privada sobre recursos naturales. El mercado sacrosanto, determinando hasta las
miserables pensiones que se pagan a nuestros ancianos.
Un botón de
muestra de esta visión de la sociedad, que nos ha dominado y que a decidido
hasta ahora nuestro destino. Las declaraciones del Pdte. De la asociación de
AFP, refiriéndose a la demanda de una profesora jubilada. “Nos pueden meter el
dedo en la boca, pero no pueden ponerse a jugar con as amígdalas también”.
Creo que esa frase, de una franqueza brutal, refleja
precisamente la condición en que hemos
estado en Chile durante largos años. Inhibidos de siquiera poder discutir
acerca del modelo de desarrollo que queremos. Con el veto moral de un gran
empresariado impermeable a las críticas, y al cual se ha sorprendido una y ora
vez, coludiéndose para subir los precios, haciendo triquiñuelas para evadir
impuestos. Un sector refractario a toda reforma que redistribuya la riqueza,
sea tributaria o laboral.
Somos un país en vías de desarrollo.
El salto al mundo
desarrollado se ha postergado una y otra vez. El gran dilema, y que debe
resolverse en la discusión democrática, es el tipo de desarrollo que queremos
tener. Ya no estamos para creer en el mito del crecimiento económico perpetuo.
Eso a lo que Greta Thunberg llamó “los cuentos de hadas del crecimiento eterno”.
En este esquema económico en el que estamos, exportando materias primas,
explotando recursos naturales, sin incorporación de valor, con una inversión
mínima en Investigación y Desarrollo, y con un sistema educacional deficiente.
Cualquier aspiración de ser una sociedad desarrollada, nos tomará varias
décadas.
El momento presente es de decisiones y de acciones. Ya
nadie puede sustraerse. No se puede ser apolítico, o independiente, respecto de
la amenaza global que pone en riesgo la propia existencia humana.
Los ciudadanos de los países pobres y en vías de
desarrollo, tenemos derecho a exigir a nuestros gobernantes, que negocien
condiciones ventajosas, para compensar el mayor daño que las potencias
industriales ha hecho y hacen hoy día a nuestro planeta.
Se deben obtener adecuadas compensaciones económicas,
para las economías pequeñas, que deberán hacer un esfuerzo mayor para
descarbonizarse.
El cuidado del medio ambiente, debe ser un compromiso de todos, pero debemos exigir
sobre todo a los parlamentarios de regiones, defender los sectores productivos.
Que las metas medio ambientales, se adopten con la gradualidad que se requiere,
para cuidar las economías locales, y los empleos.
Amigos y amigas, soy Ernesto Sepúlveda, y espero que
todos y todas podamos discutir el tipo de sociedad que queremos, sin temas
tabú, ni vetos de los mas poderosos.
Punta Arenas, Lunes 30 de septiembre de 2019.-