En los años 80 del siglo pasado, y durante la negra
noche de la dictadura, un grupo de jóvenes de San Miguel formó “Los Prisioneros”.
Una banda de rock latino, que si bien no superó la ola de grupos argentinos
encabezada por “Soda Stereo”, fue la verdadera banda sonora de los jóvenes
chilenos que se rebelaban contra la tiranía.
El líder de “Los prisioneros”, el magistral Jorge
González, supo plasmar con sus letras el sentimiento de frustración, el resentimiento,
el desencanto, en un país donde en 1990 la pobreza superaba el 30%, millones de cesantes malvivían en las
poblaciones y barrios populares de todo Chile. Falta de oportunidades de todo orden, para una juventud anhelante de disfrutar
la libertad, que la dictadura nos quitaba.
La canción icónica de ese tiempo fue “El baile de los
que sobran”, parte de su letra, retumba mas allá de las décadas que han pasado.
Cuando “la revolución de octubre” se inició en Chile, el tema fue coreado por
millones de voces en todas las manifestaciones pacíficas, desde Arica a
Magallanes. Un medio fue a preguntar a Jorge González su opinión sobre este
fenómeno, y respondió “Me da pena que hayan pasado 30 años y se tenga que
seguir cantando”.
De pronto toda la estantería de trofeos que nuestro
país exhibía jactancioso, a los vecinos del barrio, se vino abajo
estrepitosamente. De pronto todos los expertos, analistas, los políticos favoritos
de los matinales, estaban equivocados. Y pese a que la gente no ha salido de
las calles protestando y manifestándose en todo el país, los mismos analistas,
expertos, y políticos favoritos de los medios de prensa, se han seguido
equivocando.
Para el anecdotario histórico, quedará la entrevista
que en horario prime daba don Clemente Pérez, ex presidente del Metro,
advirtiendo a los estudiantes que realizaron la evasión masiva del ticket. Su frase
“Cabros esto no prendió”, quedará como una muestra bochornosa de lo escasamente
conectada con la población que ha estado la élite.
El gobierno se ha visto sobrepasado en todas sus
líneas. Cambio de gabinete incluido, las medidas anunciadas, se han comprobado
insuficientes, a medida que las manifestaciones de descontento se prolongan, y
se va ampliando cada vez el petitorio original.
Sería muy largo de referir el sinnúmero de
reivindicaciones ciudadanas, la sociedad toda se ha volcado a expresar sus
puntos de vista, a hacer sus exigencias, o a pedir el reconocimiento de su
derechos.
El grueso de las manifestaciones, marchas, y protestas
se ha realizado en forma pacífica, en medio de cánticos, de danza, de
expresiones de arte. Sólo un número minoritario y marginal de personas se ha
dedicado al pillaje y a la destrucción. Lamentablemente, los canales de TV y
los grandes medios de prensa, se han dedicado a relevar esa violencia marginal,
por sobre lo que han sido jornadas ejemplares de movilización.
Ningún político puede cantar victoria con estas
masivas movilizaciones. El sistema político, económico y social completo, se
encuentra en tela de juicio. Y la única forma de salir de este estado de
movilización permanente, es con propuestas concretas, financiadas, con plazos
definidos y acotados.
En un sistema presidencialista como el nuestro, es de
iniciativa exclusiva del Presidente de la República, todo proyecto que irrogue
gasto fiscal. Por esta razón, y porque ha sido cuestionado directamente por la
población movilizada, el Presidente Piñera debe recoger el guante. Debe asumir
que su mandato quedará marcado por el estallido social, y que la forma en que
se encauce la revolución ciudadana, depende en gran medida de un cambio de
actitud.
No estamos en tiempos, donde un ministro recién
nombrado, en un gabinete para resolver la crisis, pueda afirmar de que por
culpa de la destrucción callejera, no habrá recursos para responder la demanda
ciudadana. Eso definitivamente, debe corregirse. Asumir con humildad que no se
ha interpretado las verdaderas necesidades de las personas. Que no se ha sabido
escuchar. Abrir espacios para que las personas puedan expresar sus ideas, su opinión,
su descontento. Recoger esos planteamientos, sistematizarlos y darles una
respuesta.
Eso, ni mas ni menos, es lo que se espera de un
gobernante. No que tenga todas las respuestas, sino que sepa escuchar, y
corregirse, sepa someterse a lo que la ciudadanía está exigiendo.
Por supuesto, que antes de todo, está el respeto por
las personas. La inviolabilidad de los derechos reconocidos a toda persona. En
particular el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica. El derecho
a la libre expresión de las ideas, el derecho a reunión, al libre
desplazamiento. El derecho a un debido proceso ante la imputación de faltas o
simples delitos.
Es la quinta esencia de la democracia, el respetar los
Derechos Humanos. También en esto dábamos lecciones a los demás, de cómo
habíamos perseguido a los criminales de lesa humanidad de la dictadura.
Pensábamos que nunca más veríamos a los militares en las calles. Y sin embargo,
en este octubre de 2019, en Chile, tomamos la máquina del tiempo y aparecimos
en el mismo año 1986 cuando salió el disco “Pateando piedras” de Los
Prisioneros, con estado de emergencia y toque de queda.
Existe otra forma mas terrible de caracterizar a un
gobierno, que relacionarlo con la represión política? Desconozco quien
recomendó al presidente, sacar los militares a las calles y establecer el
Estado de excepción constitucional. No fue una buena decisión. A la fecha
existen 23 personas fallecidas, miles de personas heridas por perdigones,
cientos de ellas con pérdida ocular. Denuncias de vejámenes sexuales. Abusos.
Uso desproporcionado de la fuerza.
Esta calamidad que afecta al país completo, debe
terminar. Miles piden que se convoque a un plebiscito para cambiar la
Constitución, y que esto sea a través de una Asamblea constituyente.
Lamentablemente, el sector mas duro de la derecha, se aferra a la Constitución
de 1980, como el legado de sus fundadores, es la última frontera ideológica que
llaman a defender. Desempolvaron a José Piñera para que llamara a defender la
constitución y el “Modelo”. Es tan rancio como pedir la vuelta de los senadores
designados y del sistema binominal.
Chile tiene condiciones para llevar a cabo un proceso
ejemplar de cambio constituyente. Varios de los que desde la derecha e incluso
de parte de la ex concertación, critican el llamado a Asamblea Constituyente,
olvidan que la salida de la dictadura, requirió un amplio acuerdo político, sin
el cual nunca hubiéramos llegado a votar en el plebiscito de 1988.
Chile es un país de paz. Los trabajadores y
trabajadoras, las dueñas de casa y los padres que cuidan a sus hijos y trabajan,
necesitan ser escuchados. Eso no puede postergarse de acuerdo a los tiempos
electorales. El estallido social, que transcurridos 20 días no amaina, requiere
respuestas sinceras, y sobre todo escuchas sinceras.
Como tan sabiamente expresó una dirigenta social, al
intendente regional, en un cabildo
efectuado recientemente en Magallanes, “Lo que la gente en la calle esta exigiendo es
dignidad”.
Amigos y amigas, soy Ernesto Sepúlveda, y les invito a
unirnos más que nunca, en Magallanes, sin distinciones políticas, sociales o
religiosas, para construir una sociedad mas justa y solidaria, donde todos podamos
progresar.
Punta Arenas, Lunes 4 de noviembre de 2019.-
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