Al
cabo de un año de esfuerzos, para controlar la pandemia Covid, en Chile los
resultados son alarmantes. Sólo 32 de las 346 comunas existentes, se encuentran
en fase 3 o superior. El 95% de la población del país se encuentra en cuarentena.
Más de 30 mil personas fallecidas, y más de 8 mil contagios diarios, son cifras
que hablan por sí solas. Todos los dardos apuntan a la zigzagueante estrategia
del gobierno. Medidas como el permiso de vacaciones, autorizaciones de apertura
al gran comercio, mantener abierto el aeropuerto a viajes internacionales,
fueron adoptadas contra las recomendaciones de los expertos. Todo hace pensar
que esas decisiones, fueron tomadas por el propio presidente Piñera.
Cuando
estábamos mas orgullosos, de lo bien que lo estábamos haciendo como país, con
el programa de vacunación. Las 30 mil personas que partieron, muchas sin
siquiera poder despedirse de sus familias., claman al cielo, exigiendo
respuestas, exigiendo responsabilidades. La situación sanitaria, urge y demanda
de todos, pero principalmente del gobierno, un cambio de enfoque. Aunque sólo
quede un año de esta administración, las tareas de gobierno son indelegables, y
se deben implementar todas las medidas que la situación amerite. No es tiempo de
ortodoxias monetaristas, es el tiempo de un rol mas activo del estado. Una
renta básica universal, que parecía utopía de izquierdistas trasnochados. Hoy
es algo que aliviaría a esas personas, que han tenido que seguir saliendo a
trabajar, en los momentos más álgidos de la pandemia. La ultra focalización del
gasto social, es una estrategia que fracasó. Fue ineficaz para impedir la
movilidad, y cortar la cadena laboral de contagios.
Es el momento de la política, de las grandes
decisiones. El país clama por soluciones. No es tiempo de sacar ventaja, de los
desastres y de los errores garrafales, del mal gobierno. Es tiempo de construir,
de aportar. Quienes aspiran a gobernar mañana, tienen la primerísima
responsabilidad. Ya no se puede sacar más rédito de las chambonadas del
adversario. Hay que pensar en el país. Y es lo que debemos hacer todos, los que
emprendemos, los que le ponemos el hombro cada día, los que vivimos vicisitudes,
los que damos empleo. Todos tenemos que hacer nuestra parte. Siendo
responsables, ni vacaciones, ni fines de semana largo, ni fiestas, ni borrachos
saltándose el toque de queda. En los próximos meses, se juega la parte más
importante de este partido, y debemos llegar todos al final.
No es fácil,
no se trata de tranzar las diferencias legítimas que tenemos, ni de hacer causa
común con quien está dañando a Chile. Por el contrario, se trata de hacer un esfuerzo,
para dejar de lado, el deporte favorito de hoy día. Dejar de lado la
animosidad, contener la bronca. Está difícil. Vivimos tiempos, donde la paciencia
no existe. Las personas están agotadas, hastiadas. Y en redes sociales, sobre
todo, se pasa de un simple intercambio de opiniones, al insulto o a la amenaza.
El tema es muy delicado, y quienes ejercen hoy el poder, deben actuar con
prudencia. El país no tolera ya más improvisaciones, ni más decisiones de
personeros invisibles, o decisiones unilaterales de un presidente, en caída libre.
Desde luego, no se tolera más injusticias. Alzas unilaterales e injustificadas
de los planes de salud, por ejemplo. Ya no resiste análisis. Otras noticias, que antes sólo provocaban sorpresa,
ahora provocan indignación. Por ejemplo, el enésimo anuncio de ganancias
multimillonarias del sector financiero, en plena crisis económica, y en plena
pandemia. O más recientemente, la noticia de ganancias siderales, de los
negocios del presidente Piñera, administrados por un fideicomiso. Estoy seguro
que ambas situaciones, se justifican legal y reglamentariamente. Es posible,
incluso, que el caso de cuestionamientos al fideicomiso del presidente, no
lleguen a acreditar delito ni falta. Pero lo que sí, es innegable, que mientras
el país entero está sumido en una crisis de proporciones históricas, es
impresentable, que la banca continúe estrangulando a las personas y a las
mypes, y aumente ganancias, sobre los pulmones y los huesos de sus clientes. Lo
del presidente y sus negocios, ojalá lleve a poner coto al vínculo entre dinero
y política. Lo que claramente no se hizo en su caso, ni en 2010 ni en 2017, ni
tampoco ahora en 2021. Sólo queda esperar mayor éxito en la regulación futura.
Pese
a todo, soy optimista, por la experiencia de nuestra tierra de Magallanes, se que,
sosteniendo una restricción prolongada, y con un mediano esfuerzo ciudadano, se
logran bajar los índices. Nosotros nos demoramos 1 año, entre fase 1 y 2. También creo que podremos ponernos de acuerdo,
por muy disimiles que sean nuestros puntos de vista. Existen puntos donde
coincidimos una inmensa mayoría. El principal, trabajar para superar el mal
gobierno. En mi caso, desde la centro izquierda, desde el progresismo, podemos
construir una alternativa que no polarice más al país, que no profundice las
diferencias, ni alimente las odiosidades. Trabajar para construir, un esfuerzo
colectivo, que aúne voluntades, que integre. Sólo así superaremos la grave crisis social, económica
y política de nuestro país.
Ernesto Sepúlveda Tornero
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