La vorágine en que hemos estado
inmersos en Chile, parece no tener fin, y un sentimiento de desanimo ronda en
las filas de los emprendedores y de sus trabajadores. Pareciera que el mes de
octubre, del llamado “estallido social”, duró hasta el mes de febrero. Sólo
concluyó cuando hizo su aparición la pandemia del siglo, el Coronavirus con el
primer caso identificado en el mes de marzo. Desde allí hasta acá, parece que
marzo aún no concluye. Más si le agregamos el año escolar que no alcanzó a
durar ni dos semanas, por la suspensión total de clases presenciales. Si a
alguien le cabía alguna duda de que este año no iba a ser normal, ahí está el
estado de excepción constitucional de catástrofe, decretado para todo el país.
También toque de queda entre las 22,00 horas y las 5,00 AM. Como no sucedió
nunca antes en Chile, se tuvo que disponer cuarentenas, en distintas zonas del
país. La idea es que las personas permanecieran en casa, para evitar los
contagios. Las empresas de menor tamaño, el pequeño comercio, que ya venía
resentido desde octubre de 2019, con la prohibición de salir a las calles, recibió
la última paletada de tierra.
Como
hemos referido en otras columnas, los esfuerzos legislativos del gobierno,
modificados y aumentados en el parlamento, para ir en ayuda de los sectores económicos
más golpeados, aún son insuficientes. Y pareciera ser que vale la pena guardar
algunos recursos fiscales, para los meses venideros.
Los
países desarrollados, paulatinamente inician el retorno a actividades,
guardando todas las medidas de prevención. Vemos en Alemania, con la friolera
de cinco mil personas fallecidas, se retoman las actividades económicas y
productivas. Lo mismo ya ha ocurrido en China, gracias a lo cual, han empezado
a llegar a distintos países incluido Chile, los ventiladores mecánicos, robots
para exámenes PCR, e insumos sanitarios.
Los
trabajadores asalariados de todo Chile están sintiendo el temor al despido,
temor al cierre de sus lugares de trabajo. Otros subsisten con dificultad con
el subsidio de cesantía, en los casos en que sus empleadores se acogieron a la
suspensión del contrato de trabajo. Pero
estos tiempos tan duros, también traen oportunidades. Es un hecho que los cambios
que estamos viviendo, en la forma como estudiamos, a través de plataformas on
line. O el sinnúmero de actividades que ahora pueden hacerse desde el propio
hogar del trabajador. Constituyen cambios que llegaron para quedarse. Las
oportunidades de empleo, que la economía va a proveer cuando retome su marcha,
va a estar marcada por los empleos relacionados con la tecnología de las
comunicaciones. Tareas relacionadas con la robótica y la inteligencia
artificial. Trabajos relacionados con el diseño y programación de nuevas
herramientas tecnológicas.
Estas
materias, que parecen estar escritas en chino mandarín, son una realidad para
miles de hombres y mujeres chilenos. Al alcance de cualquiera, sólo se necesita
ganas de aprender, curiosidad, y perderle el temor al cambio.
Por
sugerencia de un profesor de la Universidad de Magallanes, la semana pasada vimos
en su curso, un video del programa “Sin corbata”. Se hablaba de la necesidad de
que los trabajadores continúen a través de toda su vida laboral, capacitándose,
adquiriendo nuevas competencias. Junto
al invitado oficial, subsecretario del Trabajo, estaban representantes de
Startups chilenas, o con presencia en Chile. Una de ellas fue “Laboratoria”, Startup
de educación, entidad que funciona desde 2013, y según informa en su página
web, tiene presencia en México, Colombia, Perú, Brasil y Chile. Ellos tienen un
programa dirigido a las mujeres, que no han recibido educación superior, con
problemas para conseguir empleo. Cuentan ya, con 1.500 mujeres egresadas de su
programa de formación en desarrollo web y programación. El programa es sin
costo, dura 6 meses, y concluye con una vinculación con empresas. Se indica que
el 80% se inserta laboralmente en el área de informática o desarrollo de
empresas. Estas empresas optan por contratar a mujeres, por su mentalidad de
superación y sus habilidades.
Otra
entidad que conocimos allí, fue “Social Lab”, está definida como una “red de
solucionadores de problemas”. Su página web refiere, que reúne a más de 600 mil
creativos de 96 países del mundo. En 6 años han efectuado más de 100
convocatorias, con participación de 51 organizaciones que generan innovación social.
Lo particular en este caso, es que definen como su motivación la “Economía del
amor”. Buscan mejorar la vida de las personas, a través del impulso de “negocios
sociales”, que brinden oportunidades a las personas, y no sean limitadas por su
entorno. Tienen presencia en Chile, Argentina, Colombia, México, Uruguay y Guatemala.
También
estuvo la “Fundación Caleiseis”, que busca mejorar la empleabilidad de personas
que no tuvieron acceso a educación superior. Se proporciona formación y
conocimientos en el área de inteligencia artificial. Esta entidad, aplica un
sistema de aprendizaje “basado en proyectos”. No se entrega una capacitación
lineal, sino que los propios alumnos, van adquiriendo habilidades, a medida que
desarrollan un proyecto concreto. Con la guía y orientación de monitores. El
programa dura 5 meses, es sin costo. Establece una edad mínima para postular de
20 años, pero no fija un límite de edad. Esta entidad es patrocinada por empresas
que requieren contar con mano de obra calificada, por lo que también acá se asegura
una alta probabilidad de contratación laboral.
Qué
está haciendo el estado sobre esta materia, aún está en curso la modernización del
sistema de capacitación SENCE. Por ahora se ha introducido modificaciones tales
como, eliminar la edad tope para postular. Asimismo, se va a incorporar una
obligación adicional, a los organismos técnicos ejecutores. Incluyendo acciones
tendientes a lograr la empleabilidad de los capacitados. Aunque sigue pendiente,
la definición de baterías de curso, con pertinencia económica y social, de los
territorios. Una mayor profundidad de las capacitaciones, y con vinculación
directa con los sectores productivos.
Volver
a estudiar, es un desafío para cualquier trabajador, pero no hay alternativa.
Con una vida estimada en 105 a 110 años por las AFP, y con pensiones
miserables, no podemos darnos el lujo de quedarnos sin hacer nada. Es
imprescindible para que la nueva economía sea incluyente, contar con la conexión
y servicio de internet como un servicio básico. Todo hogar en Chile debe contar
con una conexión a bajo costo, y en los casos de quintiles mas vulnerables con
subsidio estatal para costear su consumo. Las plataformas tecnológicas “Corren
virtualmente” por la super carretera de fibra óptica. Todas las oportunidades de
trabajo, que se abren gracias a la tecnología, ampliarán el universo de
trabajadores. Para mujeres jefas de hogar, en jornadas parciales de teletrabajo.
O para adultos mayores que quieran prestar un servicio remunerado desde sus
hogares. O para personas con capacidades diferentes, que también pueden
destinar parte de su tiempo para una actividad remunerada.
Vivimos
tiempos convulsos, desafiantes, pero están dadas las condiciones para que
quienes pierdan el miedo a los cambios, encuentren nuevas oportunidades de
desarrollo personal y familiar.
Ernesto Sepúlveda Tornero
No hay comentarios:
Publicar un comentario