domingo, 31 de agosto de 2025

SUEÑOS Y TEMORES DE LA FAMILIA TRABAJADORA

Como todos los fines de mes, los supermercados se llenan de familias de trabajadores (as) que recién han recibido sus sueldos. Es un momento único del mes, en que con justa razón y con toda dignidad, las familias gozan del fruto del esfuerzo. Estos son los trabajadores y trabajadoras de Chile, verdaderos creadores de la riqueza, los que mueven la carga por nuestras rutas, los que construyen casas y edificios, levantan infraestructura, atienden postas y consultorios. Los electores que decidirán la elección de noviembre son cerca de 15 millones de personas. El grueso de estos son trabajadores y trabajadoras. La gran masa de asalariados que constituye la fuerza de trabajo, hoy bordea los diez millones doscientos mil trabajadores. Pero de estos sólo 9 millones 300 mil están ocupados formalmente. ¿Dónde están los demás?, Si consideramos las últimas cifras de desempleo, este llega a 8,7%, persistiendo un mayor desempleo femenino, con 9,7%. hoy se encuentran desocupados más de ochocientos mil trabajadores. Pero también existe un alto empleo informal. Hoy son dos millones cuatrocientas mil personas que deben buscar el sustento en forma precaria. Pero, ¿cuánto ganan los trabajadores? Recurrimos para esto al promedio, que como se sabe. cuando José tiene dos panes y la señora Juanita ninguno, el promedio de panes es de un pan. Algo similar sucede con el ingreso mensual promedio, así el dato para la población ocupada durante 2024 fue de $897.019, según informó el INE. Ahora bien, analicemos un dato más realista, la mediana de ingresos. Si ordenamos de mayor a menor los ingresos mensuales, la mediana es el valor que correspondería al trabajador que se ubica en la mitad de la lista. En este caso el ingreso mensual mediano llegó a $611.162, lo que quiere decir que la mitad superior percibe un ingreso mayor, y la mitad inferior de la lista, ve reducido su ingreso, hasta llegar a quienes perciben el ingreso mínimo mensual. Es una verdadera multitud de trabajadores que se encuentran en el rango inferior de ingresos, sobre cuatro millones y medio de personas de las que se encuentran con empleo formal, y la gran mayoría de los 2.400.000 trabajadores en la informalidad. A vuelo de pájaro siete millones de personas, deben estirar el sueldo mensual de una manera titánica para alcanzar a parar la olla, y cumplir con los pagos básicos del mes. Pienso en los trabajadores y sus familias a fines de mes, haciendo la compra de lo necesario para el sustento, pero con ese nivel de ingresos resulta en extremo difícil llegar a fin de mes y adquirir lo esencial para la sobrevivencia. La fragilidad del empleo, y los bajos salarios, constituyen una grave falencia de nuestro modelo de desarrollo. El riesgo de caer en la pobreza para casi 7 millones de trabajadores, está al alcance de un despido, de una reestructuración empresarial. En medio del trajín electoral, de los anuncios rimbombantes, de las acusaciones de todo tipo que se cruzan entre los contendores, pienso en las familias trabajadoras. En el siglo pasado, fueron motor de cambio social, agentes activos de la cosa social, de la reforma agraria, de las huelgas obreras por salarios y condiciones dignas. Hoy el individualismo, y con fuerza creciente el temor, son los principales motores. Quienes construyen con su esfuerzo un país entero cada día, viven sumidos en la lucha por la sobrevivencia. Con estrés permanente a perder la pega, o por no poder dar el sustento a la familia. Esas personas que en otra época hicieron revoluciones, hoy están sumidas en una permanente zozobra. Los discursos políticos alambicados y teóricos de transformaciones sociales profundas, que viene predicando hace décadas el progresismo, no ha calado lo suficiente, para que este enorme contingente de personas adhiera a un único ideario político. Peor aún, el progresismo ya en dos ocasiones no ha sabido interpretar a quienes son los destinatarios finales de toda mejora o progreso social. La realidad evidente y tangible del mejoramiento de las condiciones materiales de vida, que se ha producido en el lapso de una sola generación, es ignorado en los análisis, como si cada vez, cada cuatro años, el país debiera empezar de cero. Años de esfuerzos y sacrificios de la clase trabajadora, han producido una mejora muy evidente, tanto en las referidas condiciones de vida, como en cuanto a las perspectivas de mejora futura. La gratuidad en la educación para el sesenta por ciento del registro social de hogares más vulnerables, establecido durante el gobierno de la presidenta Bachelet, se ha constituido en una carretera de alta velocidad para el progreso social. Ese cambio en las expectativas no tiene vuelta atrás. Las familias que han logrado dar este paso, no están dispuestas a retroceder. Por eso que los discursos que aluden a la condición de clase, propios de la izquierda más ortodoxa, no hacen mella en este inmenso grupo de personas. Se dice de ellos que son “aspiracionales”, “arribistas”, más atrás eran tratados de desclasados. Hace no mucho incluso se les calificaba como “fachos pobres”. Simple y sencillamente son personas que surgieron de la pobreza gracias a su esfuerzo personal y familiar, y no tienen el más mínimo interés en volver a ella. Mucho menos, que se la recuerden. Aspiran a más, de allí que se les diga aspiracionales con una connotación negativa. Como si la extracción social fuera una especie de condena. Se han quedado cortos los análisis de los viejos partidos sobre la gran masa de asalariados que dicen representar. Se sigue leyendo la realidad con el prisma de los años 80’. La gran incógnita de la definición presidencial, es que sector sabrá captar de mejor forma la confianza de los trabajadores y trabajadoras de Chile. Una figura política que hace gala de su extracción popular, y de sus difíciles primeros años como trabajadora y estudiante, como madre y como joven viuda. O un empresario que jamás ha vivido privación alguna, y que resalta su imagen de quien está acostumbrado a mandar, a ser el jefe. ¿Las personas se verán más en una persona que se les parece, tanto en historia personal, como en el esfuerzo con que ha superado las dificultades de la vida? ¿O se verán interpretados de mejor forma por quien aparenta tener todas las cosas resueltas, y que hará todo lo necesario para conseguir lo que quiere? ¿Se acuerdan de la señora Juanita?, para los más jóvenes, salía en la franja electoral del No en el plebiscito del 88’. Bueno, acá estamos por saber por quién votará en noviembre la señora Juanita y su familia. De esta ecuación sólo sabemos cómo votaron las principales candidaturas presidenciales del sector conservador, doña Evelyn y José Kast, estuvieron por el Sí. En tanto la candidata única del progresismo, no votó, ya que nació en 1974, cumplió los 18 recién en 1992. Quien sepa transmitir seguridad y confianza en las familias trabajadoras, se alzará con el triunfo en noviembre. Esperemos que se hagan propuestas sensatas y serias a los trabajadores y trabajadoras de Chile, y que se brinde la tranquilidad y estabilidad que el país necesita. Ernesto Sepúlveda Tornero Punta Arenas, lunes 1 de septiembre 2025.- Ver más en https://www.ine.cl

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