En los días que vivimos, estamos medio enceguecidos por las poderosas luces de las cámaras de TV, ensordecidos por los muchos decibeles de los parlantes gobiernistas, adormilados o alienados por la constante y machacante propaganda oficialista, que pretende opacar la obra, que con sus luces y sombras, hicimos como Concertación durante los últimos 20 años.
Claramente no está de moda, ni es para nada popular ni vistoso, vestirse hoy con los colores del arcoiris, mal que mal venimos de una derrota electoral, que todavía estamos masticando. Sin embargo, una mínima coherencia con lo que somos -y haciéndonos cargo de lo que hemos sido-, nos obliga a poner proa al temporal, y salir a defender nuestra obra, fruto de nuestras luchas de tantos años.
Es fácil -incluso rentable-, declararse "independiente" el día de hoy, incluso muchos de los que se fueron tras el experimento mediático de Meo, animan todavía la idea de que hay que alejarse de los partidos de la concertación. Se ha visto a antiguos militantes alabando las "muchas virtudes" del actual gobernante, sobre todo a propósito del comentado rescate minero.
De pronto, pareciera como que el país se estuviera refundando.
No hay que negar los muchos errores, las actuaciones irregulares de muchos conspicuos concertacionistas, que fueron llevadas a los tribunales y a los medios de comunicación -que sumado a un "cura de catapilco"-, finalmente nos terminaron quitando ese par de puntitos porcentuales que nos hizo perder la elección.
No obstante, tampoco hay que irse al otro extremo, y hacer trizas todo lo que se hizo, donde ya no basta haber derrotado a la dictadura, y luego a la derecha, y haber transformado el país durante dos décadas, sino que hay que encontrar insuficiente, poca cosa, la maciza obra de protección social del que fuimos autores. Por ahí, alguien incluso critica que durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, se haya terminado entregando bonos a los más vulnerables, ya que eso "sería legitimar el sistema económico", y sería una prueba de que nos apartamos de nuestros postulados iniciales.
Nada más reaccionario que pretender un revisionismo histórico, cuando los protagonistas de estos hechos, todavía andan vivos y coleando. La Concertación no pretendió ni pretende establecer el socialismo en Chile. El que haya pensado que a través de sucesivos gobiernos de coalición se iba a llegar algún día al socialismo, no sólo necesita comprar lentes y audífonos, sino que necesita urgente de un especialista. No se le puede pedir a una coalición de centro izquierda lo que no han podido lograr ni siquiera en los regímenes autocráticos de partido único.
Siempre va a ser más fácil criticar que hacer la autocrítica, estamos conscientes de ello. Por eso, que no pretendemos ni pontificar ni dictar cátedra de nada, sólo pretendemos recuperar lo que nos une, lo que nos da nuestra identidad, aquello que nos ha impulsado a seguir defendiendo unas ideas, unos sueños, que están tan o más vigentes que antes. El hecho de que los sueños de construcción de una sociedad más libre e igualitaria, se hayan traducido con dificultad a nuestros programas de gobierno, y de algún modo hayan quedado atrapados en la maraña burocrática, no les resta validez ni vigencia, por el contrario son una invitación a superar los errores del pasado, y a mejorar nuestra oferta de futuro.
Ni los hoy día denominados "progresistas" ni por supuesto el gobierno de derecha, han dado las respuestas a las interrogantes que se nos han formulado como Concertación y por supuesto como Partido Socialista. Unos llevados por un proyecto individual sin arraigo popular, y otros llevados por un triunfalismo vacío e infantil, erran profundamente al centrar la discusión política en lo "poco y nada" que se hizo en los últimos 20 años en el país.
Las transformaciones que realizó particularmente el gobierno de la Presidenta Bachelet, las vamos a ver en 5 o 10 años más con esos niños y niñas que por primera vez han podido contar un educación pre-escolar, y con esas madres que por primera vez han podido salir al mundo laboral, gracias al programa de salas cunas.
Nuestros sueños de transformación social están cada día más vigentes: Hoy en Chile, al igual que a partir de esta semana en Brasil, todo niños o niña sabe que puede llegar a ser Presidente de la República. Tamaña conquista es nuestra obra, saber defenderla nuestro desafío y nuestra labor.
Ser consecuentes más allá de los intereses particulares, es lo que nos diferencia. No perdamos la oportunidad de seguir creyendo, de seguir construyendo, no perdamos ni las ganas ni el ánimo de ser dueños de nuestro propio destino.