Cuando
parecía que el año se iba a continuar deshojando, semana a semana en una
seguidilla de alarmistas portadas de prensa, crónicas amarillistas con mucho
morbo por la delincuencia, casos de corrupción de empingorotados señores, y una
cadena incesante de encuestas sin ninguna relevancia. Nos llegaron los vientos
de octubre, y con ellos el anuncio más impactante para la democracia chilena
desde el triunfo del NO en el plebiscito de 1988.
La
Presidenta, dando una señal de liderazgo muy contundente, convoca a todo el
país a participar del proceso constituyente. Se acalla así a los agoreros de
cierta prensa interesada, que planteaba majaderamente, que la mandataria poco
menos estaba pensando en renunciar a su cargo. Nada más alejado de la realidad,
se pone en marcha un proceso que concluirá con un nuevo texto constitucional,
mediante un procedimiento que deberá establecerse por el parlamento .
Una a una se van engarzando las
piezas de un nuevo y mejor sistema democrático. El año 2014 el gobierno de la
Presidenta Bachelet puso fin al sistema electoral binominal, que consagraba un empate
artificial entre las fuerzas políticas de centro izquierda, que
sistemáticamente han ganado las elecciones parlamentarias, y la derecha que con
tan solo el 30% de los votos, se aseguraba siempre uno de los escaños en
disputa. Este año se inicia la discusión de la legislación que modifica la Ley
de partidos políticos, perfecciona su democracia interna, y el financiamiento
de la actividad política. A lo anterior, se suma el fortalecimiento del Sistema
electoral, y endurecimiento de normas de
probidad en la actividad pública. Se define un itinerario claro y lo
suficientemente amplio para la discusión de una nueva constitución. Se requiere
vencer los cerrojos constitucionales del entramado creado por Jaime Guzmán y el
denominado “grupo de los 8” en 1980, para ello se va a requerir de una
población informada. Es por esto, que el proceso se inicia este mismo mes con
educación cívica, para que la población
toda, comprenda los conceptos mínimos, para incorporarse a contar de marzo de
2016 a los diálogos participativos a nivel comunal, provincial y regional.
Se propone que el nuevo congreso
nacional, electo sin sistema binominal y
con un nuevo mecanismo de financiamiento de campañas, sea quien defina el
procedimiento para generar el nuevo texto constitucional. Los parlamentarios
deberán optar entre 4 alternativas: Comisión bicameral; Convención
constituyente mixta (que incluya a senadores y diputados); Asamblea constituyente;
plebiscito para que la ciudadanía decida entre las tres opciones anteriores.
De este modo, por primera vez desde
el retorno a la democracia, la Presidenta Bachelet nos permite discutir a todo
nivel, las bases de nuestra convivencia común como país.
De inmediato se alzó la voz desde la
ultraderecha chilena, los mismos que se dieron un gustito en el senado,
rechazando el nombre propuesto por el gobierno para Contralor general de la
República, argumentando su “falta de independencia”, ahora pretenden
convencernos de que “la gente” no está interesada en este tema porque es un
tema “político”. Los guardianes del modelo creado por los neoliberales de la
Escuela de Chicago durante la dictadura, ahora alzan su voz para impedir que
cada persona pueda participar y opinar sobre materias constitucionales.
Será fundamental para el éxito del
proceso constituyente la participación masiva y entusiasta, de la población de
todo el país. La única forma de contrarrestar el poderoso lobby del gran
capital, que controla medios de comunicación masiva y centros de estudio, es
movilizándose en apoyo a las reformas. Se ha extrañado el apoyo del movimiento
“Marca AC”, que por primera vez ve plasmado, en una iniciativa de gobierno, la
alternativa de asamblea constituyente.
Es así como paulatinamente se ha ido
cumpliendo los compromisos del programa de gobierno, reforma tributaria,
reforma educacional, reforma laboral, fin al sistema electoral binominal,
reforma al sistema de partidos, nuevas
normas de financiamiento de la actividad política. Y concluiremos con una nueva
constitución, nacida en democracia, con plena y amplia participación ciudadana.
Con esta iniciativa se cumple el
grueso de compromisos del programa de gobierno de la Presidenta Bachelet, y su
concreción, transformará profundamente nuestra sociedad, y el modo en que ejercemos
nuestros derechos, la forma en que nos relacionamos con el estado, y en
general, en como ejercemos nuestro rol de ciudadanos.
Chile habrá cambiado definitivamente,
a partir de los anuncios efectuados por la Presidenta Bachelet, junto a los
vientos de octubre.