La epopeya vivida por los 33 abnegados obreros de la Mina San José de
Atacama, gracias a la producción
mediática realizada por el gobierno, ha sido amplia y difusamente conocida por más de mil millones de personas en todo el mundo. Los múltiples adjetivos utilizados por la propaganda de las agencias
gubernamentales, para realzar aún más, algo que en sí mismo en su hecho memorable y excepcional, tiene a la opinión pública en un estado emotivo marcado por la tragedia y el milagro. Las muchas luces y focos que iluminan hasta
enceguecer, nos impiden ver el hecho esencial que ha dado inicio a todo esto. Los 33
trabajadores son solo una parte de los miles de
trabajadores (as) que en distintos yacimientos mineros, realizan labores en Chile, en la absoluta indefensión, expuestos a los imprevistos, al acaso, entregados a su suerte. Y no es porque no exista legislación, porque la hay y bastante maciza, tanto en el Código del Trabajo y la Ley de accidentes de trabajo, como en la legislación minera. El tema es que en medio de una bonanza histórica en los precios del cobre y de los metales preciosos, el sagrado mercado ha determinado libremente, que los yacimientos minerales que ayer eran
considerados no viables por los riesgos de la explotación, o por los costos de producción, ahora son rentables, y mientras más se explote las ganancias se multiplican exponencialmente. Los dueños del yacimiento siniestrado no son pirquineros ni mucho menos, son empresarios de la mediana minería, que incluso han sido destacados y galardonados por la entidad gremial del sector, el Consejo Minero.
El tema nos lleva a la viejas paradojas, que tienen todavía a Chile como uno de los países más desiguales del mundo. Ni 20 años de gobiernos de centro izquierda pudieron mellar el núcleo duro de la desigualdad, que no es ocasional ni esporádico sino que es estructural, y por tanto requiere soluciones también estructurales.
Es una incógnita, saber cuanto se va a poder avanzar en el combate a la precariedad laboral durante un gobierno de la derecha, que tradicionalmente ha estado mas cercana al sector empresarial y a los sectores más poderosos de la sociedad. Por de pronto contra toda la lógica empresarial y gobiernista, la sociedad que participó con entusiasmo en cuanta instancia creada por los gobiernos de la Concertación, está clamando por más protección social, más presencia del Estado.
Ahí donde se pretendió dejar entregada a la iniciativa privada aspectos tan relevantes como la reconstrucción post terremoto, se ha visto la absoluta incapacidad del sector privado de ofrecer los servicios y la cobertura que el Estado está obligado entregar a la población. Esto se refleja en la insuficiente cantidad de casas definitivas entregadas a la población, la nula reconstrucción de sectores importantes de las regiones del Maule y de Concepción, y las cosméticas soluciones entregadas al sector educacional de las ciudades afectadas por el mega sismo .
El rescate de los 33 mineros deja mas en evidencia, la importancia del desarrollo minero estatal, la inmensa mayoría de los técnicos, maquinaria y recursos financieros, fueron provistos por Codelco, y si bien importante mineras del sector privado colaboraron bajo el concepto de "responsabilidad social empresarial", está claro que sin la presencia de Codelco, no se habría realizado el esfuerzo que se hizo.
Cuan lejos está la posibilidad de que otros trabajadores sufran un accidente como el que se comenta, es algo que debiera inquietarnos a todos, los países desarrollados hicieron esta reflexión hace tiempo, y por eso en esos lugares se invierte fuertemente en prevención y en seguridad y salud en el trabajo. De ahí que las grandes mineras en sus casas matrices reportan mayores costos de producción en los yacimientos ubicados en sus propios países, que las que obtienen en lugares tan remotos como el desierto de Atacama de Chile.
Por de pronto, el mismo día en que eran rescatados los mineros, un obrero de un yacimiento mineral de Petorca, en la Región de Valparaíso, sufría un accidente con resultado fatal, al ser aplastado por un "planchón" de una tonelada que se desprendió del cerro, a 800 metros de profundidad bajo tierra, y a 2000 metros sobre el nivel del mar.
Avanzar en mayor protección para los trabajadores, es un objetivo claro y preciso de la oposición, tanto la Concertación como el Partido Comunista, se han pronunciado en ese sentido, por lo que cuanto se va a avanzar en este ámbito, nuevamente, como ha sucedido durante los 20 años de gobiernos concertacionistas, queda entregado a la voluntad de la derecha. Este sector, que se mostró durante dos décadas refractario a los cambios al código laboral, ahora desde el gobierno se ve enfrentado a la disyuntiva de otorgar más derechos y protección a los trabajadores, desviándose por tanto de sus lineamientos programáticos, o aferrarse a la defensa de los intereses corporativos, como lo han hecho en su proyecto de royalty recientemente aprobado.
Una vez que se apaguen los focos encendidos al interior de la mina San José, hecho que ocurrirá cuando se consuma el combustible de los generadores que quedaron operando, ese agujero en la roca de un cerro enclavado en el desierto de Atacama, quedará en las tinieblas. Vamos a necesitar de mucha voluntad y de mente muy clara, y conciencia decidida, para no dejarnos cegar por los nuevos focos que se han encendido.
Dar un tratamiento de estrellas a los 33 abnegados obreros, que fueron víctimas de la codicia empresarial, es un intento perverso de trocar la roca estéril en oro, el sufrimiento humano en materia prima para millonarios programas de TV.
La deuda de la sociedad chilena con la clase trabajadora, solo se pagará ampliando los derechos de los trabajadores y trabajadoras, y respetando la dignidad de los obreros de todo Chile.