Estamos próximos
a cumplir un mes, desde el estallido social de Chile, el 18 de octubre. Aun no
se puede aventurar la magnitud de la fractura social existente. De pronto
afloraron con fuerza incontenible, reivindicaciones históricas de los
trabajadores, de los pensionados, de las dueñas de casa, de los estudiantes, de
los pequeños empresarios, de los transportistas, de los enfermos. Una
ebullición que con el paso de las semanas, se ha mantenido con igual intensidad,
y se ha extendido a todo el país.
Las
personas movilizadas, que a estas alturas se cuentan por millones, han logrado
mantenerse activas, en jornadas de protesta, pacíficas, creativas, ampliamente
difundidas y transmitidas en tiempo real, a través de las plataformas
tecnológicas que ofrecen las redes sociales.
La
destrucción de mobiliario público, asalto y saqueo de supermercados y tiendas,
incendio de edificios, ataque a iglesias y capillas, han sido los eventos más
repudiados por la población. Existe consenso, en que esta destrucción, es
totalmente contraria a los objetivos de la movilización social.
El actuar
desmedido, con uso de fuerza desproporcionada por parte de la fuerza pública,
ha sido denunciado en medios chilenos y extranjeros. A la fecha existe una docena
de funcionarios de Carabineros formalizados por tortura y apremios ilegítimos.
Los heridos por perdigones se cuentan por miles, y los que han sufrido la
pérdida de ojos por estos proyectiles, son mas de 200. En contexto
internacional, se aprecia que en las movilizaciones sociales en Hong Kong, que
llevan mas de dos meses, el número de personas fallecidas, heridas o detenidas,
es sustancialmente menor. El Colegio médico ha advertido que las lesiones
oculares, constituyen una verdadera epidemia, no existiendo en el mundo un caso
siquiera similar. Donde agentes del estado infieren este tipo de heridas a la
población civil.
El
gobierno ha intentado retomar el control. Realizó un cambio de gabinete, y el
primo ministro del interior, Salió antes de ser acusado constitucionalmente.
Pero la tesis del enemigo interno, de la
existencia de una guerra, sigue dominando en el ministerio del interior. Se ha
solicitado reiteradamente, por parte de parlamentarios, de dirigentes sociales
y políticos, que Carabineros de Chile, no use balines ni perdigones contra la
población civil. Sin embargo el nuevo ministro Gonzalo Blumel, se ha negado y
ha respaldado totalmente el accionar de esa institución.
Lo que se
ha avanzado, con apertura del ministro
de hacienda Ignacio Briones a modificar la reforma tributaria y de pensiones.
Se retrocede en el manejo de crisis, que desde interior y Presidencia, se sigue
enfrentando como un problema de orden público.
La
convocatoria al Consejo de seguridad nacional (COSENA), por el presidente
Piñera, denota patentemente la intención de desviar la atención. Se ha
pretendido de manera bochornosa, deslindar la responsabilidad directa del
mandatario. No se encuentra en riesgo de la seguridad nacional, ni estamos ante
una escenario de eventual conflicto con potencias extranjeras. Así lo manifestó
con claridad en la sesión del COSENA, el contralor general de la república. El
que incluso, señaló que sería contrario a la constitución y al ordenamiento
jurídico, hacer una convocatoria, no cumpliéndose los supuestos allí
establecidos.
El reclamo
por una nueva constitución para Chile, es cada vez más transversal y masivo. Pese
a que algunos tildaron de aprovechamiento de la izquierda, y que no estaba
entre las peticiones de la ciudadanía movilizada. El presidente de la Corte
Suprema, los presidentes del Senado y Cámara de diputados, la denominada “Mesa
social”, que reúne a las principales organizaciones de trabajadores, y hasta la
Iglesia Católica, están pidiendo que se escuche a la ciudadanía.
A los
partidos de oposición, se han unido personalidades de los partidos de gobierno,
pidiendo nueva constitución. Destaca por su claridad y apertura en esta área el
presidente de RN don Mario Desbordes, y la ex senadora, y figura reconocida en
la centro derecha, doña Lily Pérez. El senador José Manuel Ossadon y su hermana
diputada, también han dicho lo suyo.
El
presidente, últimamente muy solo en su tesis del conflicto con un poderoso
enemigo interno, luego de negarlo más de tres veces, ahora se ve dispuesto al
tema constituyente. Pero bajo sus términos, que sea una reforma constitucional
y que lo resuelva el congreso.
Con más
realismo, y también con mayor conocimiento de las fibras que mueven a los
ciudadanos, más de 300 alcaldes de todo Chile, están organizando un plebiscito
comunal, a efectuarse en diciembre de este año. Allí se consultará si los vecinos
quieren una nueva constitución, y sobre el mecanismo. En Magallanes, esperamos
que nuestros alcaldes se unan a esta iniciativa.
En el
congreso en tanto, esta semana se ve uno de los proyectos de reforma
constitucional, presentados en años anteriores, y que permitirían modificar la
constitución para efectuar un plebiscito a nivel nacional. La sola idea de que
sea el congreso, que entre cuatro paredes, sancione una nueva constitución para
Chile, resulta no sólo inoportuna, sino también descabellada. Es sencillamente,
negarse a escuchar lo que la gente está diciendo en las calles.
Nuestro
país, necesita con urgencia, la paz, necesita con urgencia que se abran caminos
de entendimiento. Pero no puede ser como los consensos de los años 90, con
políticos del sistema binominal, abrazándose alborozados, por las escuálidas
reformas pactadas. No se trata de abjurar de lo que hicimos como sociedad,
bueno, malo, regular, fue lo que hicimos entre todos. Lo que muchos creímos
insuficiente, ahora es insultante. Las nuevas generaciones que están en las
calles, no quieren esos consensos, quieren que se alcance un nuevo nivel de
justicia. Una nueva dignidad, que aunque cueste más, nos satisfaga el alma.
Estamos
ante nuevos paradigmas. El capitalismo chilensis, va a tener que adaptarse a
nuevas reglas, las mismas que rigen en el primer mundo. Esquilmar a la gente no
saldrá gratis. Colusiones de precios, intereses usureros, carreras
universitarias ficticias, se van a terminar.
Necesitamos
salir en paz de este estallido social, necesitamos recuperar el tejido social, que
carcomió y pudrió el consumismo, el individualismo, el egoísmo. Vernos en
nuestras diferencias, tal como somos, diversos, multicolores, aceptarnos y
valorarnos recíprocamente.
El Chile
del mañana, se está construyendo hoy. Cada uno de nosotros tiene que poner lo
suyo. Estudiantes, profesores, obreros, empleados de oficina, emprendedores,
también los políticos de gobierno y oposición.
Sin mas
titubeos, sin miedo, sin violencia, vamos a una nueva constitución, y hagamoslo
todos juntos.
Soy
Ernesto Sepúlveda, y esto fue CRÓNICAS DE LA PATAGONIA
Punta
Arenas, Lunes 11 de noviembre de 2019.-
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