Para todo el mundo cristiano, vivimos en esta época, un período de espera, un tiempo de preparación. Un tiempo que se denomina “adviento” o “adventus”, que significa venida o llegada. Se refiere al período que comprende los cuatro domingos anteriores a la navidad. Entre tanta publicidad navideña, invitando a comprar y comprar sin parar, se pierde de vista el verdadero sentido de esta época. Es un tiempo de paz, un tiempo que llama al recogimiento y a compartir en familia. Buscar el cobijo y el abrigo, que da el cariño, la compañía, el amor.
Este
año 2020, que ha significado tantas preocupaciones, tanto sufrimiento, por la
pandemia Covid, también ha significado, el renacer de la esperanza, la
generosidad, la solidaridad. Cientos de miles de personas han hecho esfuerzos
titánicos, para salvar vidas, en todo el territorio. Personas de todos los
credos religiosos, de todos lo colores políticos, hermanados por lo esencial,
por lo trascendente, nuestro deseo de vivir.
De
seguro, todos nosotros, pese a las circunstancias difíciles que nos ha traído
la pandemia, vamos a dejar todo de lado, para dar un momento de alegría a
nuestros seres queridos, a nuestros amigos. Eso nos sale del alma. Lo hacemos
con agrado, con gusto. Pero este año que nos ha mostrado, lo pequeños, los
débiles e indefensos que somos, debemos hacer algo más. Llevar un poco de
alegría a aquellos que nadie irá a ver, a los que viven en asilos de ancianos,
a los vecinos mayores sin familia, a tantos pequeños cuyos padres viven la
cesantía o la pobreza. Esto no tiene que ver con quienes somos, sino con
quienes queremos ser. Creo que los que seguimos aún por estos lados, les
debemos eso, a todos aquellos que tuvieron que partir.
En
este tiempo en que el corazón parece estar mas llano, al afecto, al cariño, a
la amistad, tenemos la oportunidad también de mejorar nuestra convivencia
cívica. Hemos cumplido ya un año de enfrentamientos, sin cuartel, entre bandos
que parecen irreconciliables. Y la verdad de las cosas, es que si nos ponemos a
hilar fino, en lo trascendente, en lo esencial, todos nosotros coincidimos.
Amamos la vida, a nuestros hijos y seres queridos. Todos nosotros queremos lo
mejor para Chile, lo mejor para nuestra región, para nuestro barrio. Y si es así, ¿por qué nos
cuesta tanto ponernos de acuerdo?, por qué la definición de quienes somos, pasa
por definir contra quien estamos? Puestos en un tránsito histórico, este año
2020, estamos obligados a encontrar caminos de entendimiento. Es nuestra única
alternativa, al quiebre definitivo de la convivencia.
Miramos
con esperanzas el futuro. Aun en este contexto de pandemia que nos sigue
afligiendo. Próximamente llega a Chile, la vacuna Pfizer, la misma que se ha empezado
a aplicar en Inglaterra, y pronto por toda Europa. La inmensa mayoría de los
chilenos, nos hemos dedicado, con entusiasmo a criticar el pésimo gobierno, sus
cifras de aprobación ínfimas así lo demuestran. Pero hay que reconocer que
cuando no se esperaba gran cosa de ellos, la gestión comercial de las vacunas,
la hicieron bien. Asegurar 84 millones de vacunas para inocular a una población
estimada de 15 millones de personas, es un tremendo éxito, que debe
reconocerse. Después veremos cuantos le costó al erario fiscal, pero no era
tiempo de andarse con medias tintas.
Y
eso, que aparece como algo natural, el reconocer el bien que puede hacer el
otro, aunque sea nuestro acérrimo adversario, es algo ausente de la vida
pública. Y vemos como suben o bajan personajes, destacando únicamente lo
insolente, o lo incendiario que se pueda ser. Por el contrario, yo quiero
destacar ese hecho positivo, para ver si otros se animan también, y llegamos en
un día no lejano a ponernos de acuerdo, en lo que nos interesa a todos.
La
vacuna es una de esas cosas. Y quiero que todas las personas que están en la
población objetivo, vale decir los mayores de 16 años, no dejen de vacunarse.
La vacuna está desarrollada siguiendo rigurosos y comprobados procedimientos
científicos. Según publicaron esta semana, diversos medios, la vacuna se
denomina BNT 162B2, desarrollada por la compañía estadounidense Pfizer y la
firma biotecnológica alemana BionTech. La vacuna contiene una secuencia
genética, creada en laboratorio, que
enseña a las células del cuerpo a producir proteínas similares a SARS-COV-2,
esto lleva al sistema inmunológico a reconocer la amenazas y crea una respuesta
que protege a las personas de futuras infecciones.
Según
publica BBC esta semana, el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional
de Alergias y enfermedades infecciosas de Estados Unidos, ha explicado “Que la
inmunidad completa al virus, se desarrolla entre una semana a 10 días después
de que las personas obtienen la segunda dosis de vacuna”.
En Chile, las autoridades de salud han informado, que la
vacunación se realizará a través de dos dosis, separadas por 21 días entre la
primera y la segunda. Para disipar
cualquier temor, sobre efectos secundarios, se ha informado que son los mismos,
de cualquier vacuna. Leve enrojecimiento de la piel, del sector inoculado, y
ardor. Si se llegaran a presentar estos efectos, concluirían al cabo de un par
de días.
Como podemos ver, dentro de todo lo que ha sucedido, se
enciende una luz de esperanza, con las vacunas. No es el final de la pandemia,
ni tampoco de las medidas sanitarias. Los expertos coinciden que sólo se podrá
conocer, los efectos de la vacuna sobre la pandemia, cuando se logre inocular
al menos, al 60% de la población. Por lo que, cuando recibas tu vacuna, debes seguir
cuidándote, usar tu mascarilla, respetar el distanciamiento físico, y el lavado
frecuente de manos.
En este tiempo de espera, que estamos viviendo, lo mejor
que podemos hacer por los demás y por nosotros mismos, es ser responsables, no
sólo cumpliendo los protocolos sanitarios, sino también ser responsables socialmente.
Servir, dar algo de nosotros mismos a los demás, no sólo objetos o cosas
materiales. Un gesto de afecto, de preocupación por los otros, una llamada, un
mensaje, al que está sólo, al que ha perdido algún ser querido. Una palabra de
apoyo al que está desesperado, al que no encuentra consuelo. Demos paz y
alegría, y las recibiremos multiplicadas por ciento.
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